Vivimos en una sociedad consumista, en la que cuanto más consumimos, más necesitamos. Por suerte, cada día somos más conscientes de ello y estamos haciendo grandes progresos en la eficiencia de la generación y uso de nuestros recursos. Probablemente por ello el argumento del gasto energético de Bitcoin provoca un efecto tan visceral en nosotros; un gasto que a simple vista puede parecer inútil e inservible, pero que sin embargo tiene una función clave para este sistema, por lo que creo que es clave entender en qué, y cómo, utiliza Bitcoin esta energía.
Uno de los mayores problemas de los sistemas monetarios es la confianza. Necesitamos confiar en un tercero que verifique las transacciones y asegure el funcionamiento del sistema. En el sistema Fiat actual, los bancos y otros numerosos intermediarios son quienes realizan esta tarea, supervisando todas las operaciones, verificandolas y cobrando por ello una comisión. Bitcoin automatiza este proceso y logra llevarlo a cabo por una fracción del coste del sector bancario tradicional.
Bitcoin utiliza las matemáticas para llevar a cabo esta verificación, en un proceso llamado “Protocolo de Prueba de Trabajo” (Proof of Work). Para verificar que una transacción ha ocurrido, se deberá resolver un acertijo matemático que sólo puede ser resuelto mediante prueba y error. Los mineros resuelven estos acertijos a base de poder computacional, y cada vez que esto pasa, se confirman las transacciones y se generan nuevos Bitcoins. Todo esto puede sonar algo complejo, pero viene a significar que Bitcoin utiliza energía para validar transacciones de forma automática, y que gracias a esta energía, la red y los Bitcoins se mantienen seguros proporcionando a su usuario el total control sobre su dinero.
Cabe destacar que el consumo de energía no equivale a emisiones de carbono. No se puede determinar que algo contamine solo porque consume mucha energía, especialmente sin saber de dónde proviene exactamente. Las fuentes de energía renovables (eólica, solar, hidroeléctrica o geotérmica), están aumentando constantemente y hoy, un 58% de la energía utilizada para minar Bitcoin proviene de este tipo de fuentes, un porcentaje mayor que el mix energético de cualquier país o industria.
Esto no se debe a que los mineros de Bitcoin estén especialmente preocupados por el medioambiente, sino a otra característica del Bitcoin; como la minería no tiene que estar cerca de una población o en ninguna zona geográfica específica, aprovecha plantas de energía renovable a menudo en zonas remotas, desde donde los costes de transmisión son prohibitivos y que en ocasiones se encuentran en desuso. Hemos visto cómo esto ha ocurrido en Canadá, solo en la provincia de Quebec se produce un excedente energético de 100 tWh a lo largo de una década, suficiente para dar abastecer a 6 millones de viviendas durante un año, el 97% proviene de energía hidroeléctrica, convirtiendo a esta, en la provincia con los precios de electricidad más baratos de toda Norteamérica. Gracias a Bitcoin esta energía que hasta ahora se desperdiciaba, se utiliza para hacer de la red de Bitcoin la más segura que existe. Como dice Charlie Munger, socio de Warren Buffet: “Enséñame el incentivo y te enseñaré el resultado”. Bitcoin crea un sistema de incentivos donde el correcto funcionamiento y la mayor eficiencia equivale al mayor beneficio.
En lo referente a la cantidad, la red de Bitcoin utiliza 123 tWh, un 0.117% de toda la energía consumida mundialmente. Esto es una cantidad grande, pero también lo es el tamaño de esta red y la utilidad que proporciona. Como mencionamos antes, al hablar de impacto medioambiental, es importante recordar que cualquier consumo es demasiado cuando uno no ve la utilidad de una acción. Cada Navidad, Estados Unidos consume sólo en luces decorativas más energía de la que consumen en todo el año países como El Salvador, Paraguay, o Luxemburgo, y esto no parece suponer un problema para nadie; y ya ni hablemos del petrodólar… Sin embargo, la falta de conocimiento acerca del funcionamiento de Bitcoin, contribuye a que su consumo se demonice.
La crítica energética de Bitcoin surge principalmente de un artículo mal informado del New York Times que estimaba el consumo por transacción actual y lo extrapolaba a un futuro donde las transacciones se multiplican por órdenes de magnitud. Esto es una falacia, ya que no existe una relación directa entre transacciones y consumo. El mayor consumo de energía proviene de la creación de cada uno de los “bloques” de la red, y esta cantidad no cambia a lo largo del tiempo. Bitcoin solo es capaz de hacer de trescientas mil a quinientas mil transacciones por día, y esto está bien, porque Bitcoin es el “settlement layer” o lo que para los bancos es la fase de compensación, donde ajustan cuentas al final del día de todas las transacciones que han tenido lugar a largo de este.
Entonces ¿cómo conseguirá bitcoin ser escalable para las millones de transacciones que tienen lugar en el mundo? Esta capacidad de transacciones se ha visto aumentada aún más con la implementación de Lightning Network, una segunda capa desarrollada en bitcoin que permite realizar decenas de miles de transacciones por segundo, superando a cualquier otro método de pago (Visa, MasterCard, etc…). Lighting Network es para Bitcoin un canal de pagos donde una sola transacción puede englobar miles. Sería como abrir una cuenta al llegar a un bar, para al final del día pagar la totalidad de todas las consumiciones en vez de tener que pagar una a una e incurrir en gastos innecesarios de transacción.